La España que conocí

Un día pensé que la mejor forma de conocer España era vivir en ella. Hoy, a 25 años de mi llegada, sigo pensando lo mismo, aunque la realidad supera cualquier ficción y dejan al Cambalache de Discépolo en un tierno cuento para niños. Hasta hace poco los iberoamericanos nacidos en el continente americano teníamos a España en un ideario sustentado en la devoción, idolatría, respeto y cariño. Sentimientos adquiridos a través de los libros, en la escuela, y también mucho antes, en cada hogar donde se transmite el acervo cultural boca a boca, donde perviven las tradiciones heredadas de la época colonial. Así aprendimos a cuñar el concepto de Madre Patria como algo grande y profundo, querido y respetado más allá de ciertos cuestionamientos históricos. Ese ideario que conservamos en el baúl de los recuerdos se está diluyendo, difuminando, con peligro de extinción. En el último cuarto de siglo España ha pasado por una montaña rusa, con momentos de...