Casa, coche y televisión, electricidad, agua potable y alimento en la despensa, puede ser para la mayoría un obstáculo a la comprensión de lo que está pasando en el mundo. A la minoría que tiene mucho más, le interesa mucho menos, pero nosotros, la clase media (no mediocre), no somos conscientes de nuestras fuerzas, capacidades y poder. Aún con esas cosas básicas corremos el riesgo de aburguesarnos, de caer en el conformismo, la resignación, la impotencia de creer que nada podemos hacer para cambiar el orden de las cosas. Nuestros hermanos nepalíes buscan hoy entre los escombros de sus casas lo que antes guardaban en sus templos sagrados, un sentido de la vida que equilibre el sentido de la muerte. Lo que a todos nos gustaría encontrar. Por eso, desde la década hippy de los sesenta, millones de jóvenes nos trasladamos hasta el valle de Katmandú, física o virtualmente a través de la literatura. Comparado con sus gigantes vecinos, Nepal es relativamente pequeño ...