La otra cara de la tortilla


Hace años que venimos observando el fin de una era, un peligroso acercamiento a los extremos en todos los niveles. Posiciones políticas que se radicalizan, iglesias que pierden fuerza, al mismo ritmo que la pérdida de fe de la población. Las crisis económicas y los escándalos de corrupción, agravan la situación.
Como bien decían los Mayas, estamos transitando un período en la historia de la humanidad a partir del cual ya nada será como antes.
Desde la caída del Muro de Berlín, el fin de la Guerra Fría, la elección de un presidente negro en EEUU, y ahora el cambio en la cúpula de la Iglesia Católica. Signos que pueden servirnos para entender lo que está pasando.


Desconocemos de este mundo su principio y su final. Aunque a veces tengamos la sensación de que todo empezó ayer, y termina mañana.

La sociedad actual quiere caminar sin ataduras por carriles de libertad, y la clase dirigente empeñada en levantar más muros, fronteras, vallas protectoras, leyes discriminatorias, etc. Sin percatarse que el hombre es como el río, tiene que fluir libremente por su cause natural, cuando queremos poner diques de contención a su comportamiento pasa lo que pasa. Límites si, pero sin olvidar los derechos naturales y la dignidad de hombres y mujeres en el mismo escalón de igualdad. Si alteramos los causes naturlaes, más tarde o más temprano acabamos pagando consecuencias desagradables.



y dale alegría, alegría a mi corazón,
es lo único que te pido, al menos hoy…

Hoy mi corazón está alegre.
Por estar a una semana de la primavera, si. Por recibir la visita de Guillermo de Alemania, si. Por la remontada histórica de mi equipo favorito, si. Por ver a mi nieto Martín transitar una infancia feliz, si.
A todas esas cosas que alegran mi corazón, desde ayer 13 de Marzo hay más motivos que se resumen en uno, la elección del Padre Bergoglio como nuevo Papa.
La Iglesia necesita un cambio profundo, dentro de un mundo que lo necesita también, y que el iluminado por Dios para liderar ese cambio sea un argentino, me alegra y me llena de orgullo. A medida que voy conociendo más su figura y trayectoria, más elementos encuentro que acrecientan las emociones y el orgullo patriótico.


Signos destacados del nombramiento
Primer latinoamericano de la historia en ocupar el trono de Roma, traducido en acercamiento al Nuevo Mundo, al “continente de la esperanza”
Primer Jesuita. Por su trayectoria y las características de la congregación a la que pertenece, se puede traducir en un acercamiento a los más necesitados.
Elección del nombre, Francisco, toda una declaración de intenciones.
Primeros gestos, sorpresivos y asombrosos, dando a entender que el Papa es solo el líder, que el verdadero poder de la Iglesia radica en el pueblo, y no en una jerarquía absolutista. Ejemplo que deberían seguir algunas democracias también.

Por tanta hipocrecía, cinismo, desviaciones y otras yerbas, tenía la sensación de que la torrilla se estaba quemando, y alguien tenía que darle vuelta, de lo contrario corríamos el riesgo de quedarnos sin cena y desfallecer de hambre espiritual.

Más datos que despiertan mi simpatía por este hombre, al que me siento cerca por varias razones.
Como yo, tiene raíces europeas, italianas, piamontesas, como cuento en mi novela "El Triciclo de Djaiv".
Como yo, viene del sur, ese sur que llevo en el alma, que canto y describo en versos como este:


“…yo vengo del sur, donde la vida pasa lenta y sin apuros,
donde esconde sus tesoros el futuro, de ese lugar vengo yo.
Yo vengo del sur, donde se nace en cada pétalo de flor,
donde se muere en cada lágrima de amor, de ese lugar vengo yo…"





Es humilde y predica con el ejemplo. Es sencillo y escapa de la pompa.
Si a eso le agregamos que le gusta el tango, el fútbol, y el mate, entonces mi identificación con su persona puede llegar a niveles insospechados.

Los que me conocen saben que desde siempre he tratado que mis actuaciones personales y profesionales estuvieran basadas en la cercanía y la sencillez, como los mates que cebamos todos los domingos con Esther en Radiovoz, como los encuentros materos con mis hermanos sudamericanos en el Verbum, como las reuniones en nuestro Centro de Arte.
Mis amigos conocen también mi gusto por “el sentido del humor”, cosa de la que también ha hecho gala el Padre Bergoglio en los primero instantes de su reinado. Dos chistes así lo certifican: Dijo a los cardenales, “que Dios les perdone por haberme elegido”, y “fueron a buscar un Papa al fin del mundo, y aquí estoy”.Cómo estará el mundo para que sea noticia, para que llame la atención el hecho de que alguien después de pasar la noche en un hostal y antes de marcharse, salude y pague la cuenta. Una prueba de un “sentido común“ que se va perdiendo
.



 

Embajador de Dios en la tierra, el papa Francisco contribuirá a una mayor comprensión de los europeos y del mundo entero, de la idiosincrasia latinoamericana y sudamericana. Es de esperar que sea un digno embajador también de la cultura y el espíritu del pueblo argentino, y para los emigrantes de todos esos países que viven actualmente en el continente Europeo.
Por todos eso, por ver a un paisano de mi tierra, hijo también de emigrantes, defensor de los humildes y luchador contra las injusticias sociales, llegar al peldaño más alto de la escalera católica cristiana, no puede sino ser motivo de orgullo y esperanza.
Cuando muchos a su edad no saben qué hacer de su vida, a él le espera la etapa más importante y trascendente. No será precisamente un camino de rosas, pero para eso contará con la ayuda de una nueva legión de seguidores que ha comenzado a reclutar desde el mismo momento en que apareció por primera vez en los balcones vaticanos. A juzgar por la enhorabuena y congratulaciones recibidas desde todos los rincones del mundo, el primer gol ya lo metió.



El día que estuvimos rezando con Inés en la Capilla Sixtina, nos sentimos un poco más cerca del cielo que de la tierra. Hoy, con el Papa Francisco, experimentamos la misma sensación. Su nombramiento contribuirá a una nueva conciencia universal, y acrecentará nuestra fe en una justicia divina.
Que así sea.


 

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