Renovando sueños

Haz como el sol,

que nace cada día sin acordarse de la noche que pasó









Nuestros abuelos llegaron hace muchos años a estas tierras patagónicas, cuando eran desérticas, salvajes, inhóspitas. De la nada comenzaron a hacer realidad el sueño que los movía, crear un lugar donde vivir en paz y libertad, bajo el cielo más grande y hermoso que jamás habían visto.
Sin apenas recursos materiales, para lograrlo tuvieron que echar mano de toda su capacidad humana, es decir, trabajo, sacrificio, voluntad, solidaridad, perseverancia.
Hoy nos preguntamos ¿hay vida después del Puyehue?, si, claro que si.
Hay primero una necesidad urgente, reconstituir lo destruido, hacer que la vida vuelva a la normalidad lo antes posible. Pero esa acción ha de convertirse también en una oportunidad, la de hacer brotar la vida desde el fondo de las cenizas, resurgiendo como el Ave Fénix, iniciando un nuevo vuelo a las estrellas para seguir renovando sueños.

El firmamento no es menos azul porque las nubes nos lo oculten o los ciegos no lo puedan ver. Por eso, en este nuevo San Juan del hemisferio norte, echaremos a la hoguera nuestras antiguas miserias y vanidades, pediremos perdón por nuestra torpeza y debilidad, y en las llamas del fuego purificador elevaremos al cielo nuestros mejores deseos: transformar la ceniza en lluvia de esperanza, aliviar el dolor de los que sufren.



“Que el camino salga a tu encuentro.
Que el viento te sople siempre de espaldas.
Que el sol brille cálido sobre tu rostro.
Que la lluvia descienda mansa sobre tus campos.
Y hasta que volvamos a encontrarnos,
que Dios te sostenga suavemente
en la palma de su mano“.


Queridos amigos, la vida es un camino de ida y vuelta. En todos estos años de ausencia ustedes han sido mi sostén afectivo, me han alimentado con visitas y saludos, con cartas y poemas que han alegrado mi corazón. Hoy el cruel destino nos golpea a todos, los de adentro y los de afuera, y no se me ocurre mejor idea que devolver en palabras y versos, parte del cariño recibido. Convencido de que el espíritu también necesita alimentos y caricias.
Y lo seguiré haciendo hasta que podamos devolver la sonrisa al rostro de nuestros hermanos y los pájaros vuelvan a las ramas limpias de los árboles para entonar su alegre canto de la mañana. Porque todo cambia, claro que cambia …

“…cambia el clima con los años, cambia el pastor su rebaño,
y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño.
Pero no cambia mi amor, por más lejos que me encuentre
ni el recuerdo ni el dolor de mi tierra y de mi gente.
Y lo que cambió ayer tendrá que cambiar mañana,
así como cambio yo en esta tierra lejana”.


A veces tenemos la sensación de que nuestra existencia es muy corta, tanto, que la velocidad a la que pasamos por este mundo apenas nos da tiempo a retinear unas pocas cosas, y nos vamos con las ganas de ver y conocer más. Sin embargo esa idea no debe angustiarnos. En cada rincón de la tierra se reproduce la “maravilla de la Creación”. La belleza natural no es menos bella que la creada por el hombre, simplemente porque fue anterior.
Morir sin haber visitado la Capilla Sixtina o las Pirámides de Egipto no nos hace menos humanos, siempre que hayamos sabido descubrir, valorar y respetar la Naturaleza que enmarcó nuestra infancia.

“…el brillo de los cielos como el de las estrellas,
está a igual distancia de cualquier lugar,
la naturaleza de las cosas es la misma,
desde la montaña hasta el fondo del mar…”


Este invierno que comienza en el pago sur será seguramente uno de los más difíciles de nuestra vida. Pero, un patagónico de raíz sabe sacar fuerzas de donde no las hay para llevar adelante sus utopías y hacer de la nada un paraíso.
Un patagónico de raíz tiene las cualidades del bambú, es fuerte, flexible y resistente, capaz de crecerse ante las adversidades.
Un patagónico de raíz no se sienta a cantar “…qué ganas de llorar, en esta tarde gris…”, ni bebe la Tinta Roja de la nostalgia. No se pierde en el laberinto de la fantasía, y sabe coger el toro por los cuernos, porque la vida le enseñó que el mundo es de los valientes. Porque traen en sus genes una misteriosa capacidad de superar las dificultades por duras que estas sean, y salir fortalecido de ellas. Resiliencia que dirían los psicólogos.


Patagonia, mi Patagonia
cada vez que cierro los ojos pienso en ti,
en tus cerros, en tus ríos,
y en el viento que siempre me trae recuerdos de allí.

Porque guardo en mi retina tus paisajes
y llevo en mi equipaje una bella Cruz del Sur,
que me guía, me protege, me acompaña con su luz
y me colma con la magia de la eterna juventud.

Y cuando la nostalgia me congele el alma
renaceré con el perfume de las flores,
con esa imagen que sigue viva
de aquel pueblito del sur de mis amores.
Y cuando el olvido me tienda su trampa
para enredarme en la madeja de la historia,
yo volveré, desde mi ausencia
para quedarme con vos, mi Patagonia.

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