Gris esperanza



Seca tengo la garganta
y de gris el corazón pintado
gris de ausencia de tu lado
porque perdió mi tierra el color
dejándome el dolor
de un cielo triste y apagado.

Al destino se le fue el pincel,
ensució el lienzo de mi infancia
de las flores quitó su fragancia
cambió el perfil del horizonte
blanco y negro pintó el monte
alargando las distancias.

Hermano,
despertemos de este mal sueño
monocromático, hiriente
embellece tu alma nuevamente,
con los colores de la fe, de la ilusión,
con la fuerza del corazón
y la alegría de siempre.



En la vida a sufrir se aprende sufriendo
y amando, se aprende a amar.




La hora del reencuentro

Tranquilo abuelo, saldremos de este bache -dijo el joven, mirando a los ojos del anciano-.
Tú me enseñaste a creer en los mayores, a mirarme en el espejo de los primeros pobladores, los padres y abuelos que sembraron esta tierra de sangre, sudor y lágrimas. De ellos heredamos muchas cosas, entre ellas las armas para enfrentar el destino de cara.
O no es verdad acaso que ellos cayeron mil veces, pero supieron levantarse otras tantas.
Tú me contaste que una vez ellos también lloraron lágrimas de ceniza y fueron azotados por los mismos vientos que hoy nos ensucia el paisaje.


La vida es una noria abuelo, y en sus vueltas nos lleva siempre al origen.
Ha llegado la hora de ponernos a la altura de nuestros ancestros, de demostrar que sus enseñanzas no fueron en vano, y desde el cielo que habitan, hacerles sentir el orgullo por las semillas que sembraron, de los hijos que dejaron.
Nos toca a nosotros el tiempo de cosecha, aún estamos a tiempo, nuestras raíces están firmes y aún corre savia virgen por nuestras venas.
Una nueva lección de nuestra madre naturaleza, que nos enseña a valorar lo que tenemos, pero sobre todo, lo que somos, frágiles mariposas de vuelo sutil en una geografía cambiante.
De golpe descubrimos que somos más fuertes de lo que creíamos, que podemos ser más solidarios y tolerantes, y con pequeñas acciones capaces de evitar mucho dolor a nuestros hermanos.


Si la naturaleza es más de lo que se ve,
tu puedes más de lo que crees



Continuó la charla y entre mate y mate, se escuchó decir: este padecimiento será largo, más nada comparable a la felicidad que nos dará volver a ver nuestro pueblo levantado de sus cenizas, como una comunidad nueva, llena de hijos triunfadores que muestren al mundo su mejor lección.
Enarbolemos con orgullo ese carácter patagónico que nos hace grandes, que nos prepara para el sufrimiento, conocedores de carencias y de olvidos, con vocación de servicio y educados en el respeto, pero pleno de amor y de ilusiones.
Cuando el ciclo de la vida se repita, dijo el anciano , tu y tus hijos volverán a recibir el testigo con las mismas sensaciones, con las mismas esperanzas.


Cada día es una pequeña vida,
y de tu fuerza interior depende
que se convierta en una gran vida.



Creíamos saberlo todo, dijo el joven en voz baja, pero el universo guarda muchas sorpresas.
De golpe nos hizo conocer del gris, todas las tonalidades, del hombre todas sus vanidades.
Naturaleza incontrolada, geografía que siempre estuvo, montañas que seguirán estando.
Y en un alarde de sabiduría continuó: vida y cambios que provienen del corazón de la tierra, trayendo el germen del cambio que también el corazón del hombre necesita.
Aceptar lo inevitable, es una actitud inteligente, serena, dolorosa al principio, de alegre e incondicional cooperación después.


Con los jirones del alma después de cada batalla,
reconstruimos el nido donde vuelve a renacer la vida.


Abuelo, tu conoces el lenguaje del viento, tu conoces el mensaje de las piedras, entiendes el silencio del desierto, y has aprendido a cultivar el amor a la distancia.
Tu eres todo eso y mucho más. Ahora soy yo quien debe llevar a la práctica todas tus enseñanzas, todos los aprendizajes.
Así es hijo, todo tiene un porqué, nada es al azar.
Este desafío que pone la historia en el cruce de nuestros caminos es una oportunidad de oro para destapar nuestras capacidades más profundas, nuestro talento más escondido.
Una tragedia como esta nos recuerda lo insignificante que somos, pero también la necesidad que el Creador tiene de cada uno de sus hijos.
En la hora de la solidaridad, Dios necesita de nosotros para cristalizar su proyecto. Un pueblo no se construye sin el aporte de todos y cada uno de sus vecinos.



Finalmente, el viejo tomó la guitarra y acariciando las cuerdas
entonó su declaración de amor:


Si descubrimos que nunca fueron nuestras
no sufriremos por perder cosas.
Herencia efímera es todo lo material
que dura como la vida,
un vuelo de mariposa.

Se equivocan los que piensan
que todo debe permanecer estable.
No se pueden los misterios comprender
no se puede evitar lo inevitable.

Tierra mía,
cuando el aire se torne plomizo
y piedras lluevan del cielo
mis sueños seguirán vivos
y más hondas mis raíces en tu suelo.

Cuando las aguas de los mares se hayan ido
y el último fuego esté apagado
yo seguiré luchando por ti
y seguiré de ti enamorado.


Vigo, Junio de 2011

Comentarios

Entradas populares de este blog

Camino de Las Chacras

La imaginación al poder

Roberto Navarro en Vigo. Una historia de encuentros