Que Dios te ayude, Francisco

Carta al Padre J.M. Bergoglio
QUE DIOS TE AYUDE, FRANCISCO

Mirá que pedirle a Dios el perdón para los colegas que te votaron!  Solo a vos se te ocurre.  Lo mismo que hacer bromas desde los balcones vaticanos. Vamos, a vos y a cualquiera que se ha pasado la vida en silencio cultivando plantitas de humildad, sencillez y sentido común.  Ocurre que el día menos pensado, la semilla que plantamos se hace árbol, y de golpe… el mundo descubre sus ramas, sus hojas, sus raíces.
Ahora vos tenés la sartén por el mango; vas a tener que echarle huevos a la tortilla y demostrarnos cómo hay que darla vuelta para que no se queme. Hoy sos el destinatario de mis plegarias, y las del mundo entero: “querido Francisco, que Dios te ayude!”. Porque sin SU ayuda no es fácil el camino para cualquier mortal. Si vos hacés con los pobres, lo mismo que hizo Jesús, te habrás ganado un rinconcito en el cielo. Ese cielo hoy oscurecido por nubarrones de gris deprimente.
-Recen por mi- dijiste, y cómo no. Por vos rezaremos en esta tarde gris el mejor tango criollo. Por vos trabajaremos para poner orden en este cambalache decepcionante. Con vos transitaremos caminito a la luz de un farol, desde los cien barrios porteños hasta el umbral de la casa de Dios. Con gente como vos, da gusto compartir una ronda de mate.  Con gente como vos, las ventanas de la esperanza se vuelven a abrir de par en par, para enseñar al mundo porqué a nuestra querida tierra del Nuevo Mundo se le llama “Continente de la Esperanza”.


“Hablame en argentino”, me pedían cuando llegué a Galicia. Hoy te toca a ti pronunciar la lengua españolargentina, desde uno de los más grandes escaparates del mundo, y el pueblo te pedirá también: “hablame en argentino”, porque ahora saben que ser argentino es mucho más que hablar español.
Como todo mortal vos también tenés un pasado, del cual no podés ni debés escapar. Como las páginas con luces y sombras de la historia de nuestro país, de las misiones jesuíticas en Sudamérica, escritas o transmitidas boca a boca para que no se pierdan. Sobre ese pasado insoslayable hay que reconstruir el presente, si queremos que el futuro sea prometedor y mejor para todos. Sobre el dolor de lo que no hicimos bien, sobre el orgullo de los actos más gloriosos. Sobre la grandeza de reconocer errores y saber pedir perdón.

Yo conocí el espíritu salesiano de Don Bosco en la Patagonia, y el rostro de la verdadera iglesia de Cristo en figuras como la del Padre Teófilo Stablum, franciscano de sandalia y sotana marrón, cura con alma de peregrino coherente con sus principios pero sobre todo con la doctrina de Jesús.  Como esos curas que recorren a pie el territorio más inhóspito y agreste de la Patagonia austral, los
rincones más peligrosos de las favelas o de la selva amazónica. Curas, que engrandecen la Iglesia y elevan la condición humana a los niveles de gloria.
“Sin duda Francisco es el Papa que necesita la Iglesia en el mundo de hoy”, reza la prensa. Un mundo con sensaciones de naufragio y deriva, con cuatro familias ricas que deciden el destino de miles de millones de almas sufrientes. Un mundo en el que no merma la opresión, la explotación, donde lo peor no es ser pobre, sino sentirse culpable de serlo.
Por eso me congratulo por tu nombramiento. Contigo las utopías no parecen imposibles. Contigo se ve más cerca la revolución pacífica que pregonaba Gandhi, junto a los humildes por convicción, los que practican la no violencia, los optimistas pragmáticos, los rebeldes por las causas justas, los guerrilleros que luchan contra todo tipo de injusticia social y no se amilanan ni teniendo enfrente al enemigo más grande y poderoso. Todos esos, pensamos que la batalla no dejará de ser larga y dura, pero teniéndote a vos en la misma trinchera, lucharemos con otro ánimo, con más fe, con la esperanza de la victoria.

Hoy las flores de mi ventana tienen compañía. La primavera amanece con un nuevo sol que me entibia el alma, y nos recuerda que si queremos ver el arco iris, tenemos que aprender a soportar la lluvia.    Mis amigos, mi nieto Martín y un Papa como vos, me alcanza para seguir pensando que la vida sigue siendo bella. El mejor regalo de Pascua.
Afectuosamente. Jaime

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