Leí Patagonia




 

Gesto de amistad

 

Las calles de Dublín llenas de gente y los comercios abarrotados, reflejaban la fecha del calendario. Como las auroras boreales, la Navidad en los países nórdicos amanece temprano y es más intensa.

Caminaba dejándome llevar por el brillo y la magia que desprenden los escaparates en estos días del año, eligiendo las postales y los regalos con los que sorprender a mis amigos, cuando de repente ante mis ojos, un cartel que decía PATAGONIA.

Inmediatamente me vino a la cabeza la imagen de mi amigo oriundo de aquellas tierras, y mi pensamiento voló a ese maravilloso territorio de América del Sur.

Yo estoy de vacaciones, en tierra extraña y por pocos días, pero él lleva media vida lejos del lugar que le vio nacer.

 

Hemos pasado varios años compartiendo un camino de trabajo y amistad, en el que aprendemos uno del otro, pero sin duda más yo de él en el arte de gestionar la nostalgia.

Ahora empiezo a entender muchas de las cosas que escribe y me cuenta. De los viajes del Triciclo de Djaiv, de cómo se puede llevar a la Argentina en el alma y España en el corazón, de los sentimientos que sabiamente convierte en música y poesía

Ahora empiezo a entender lo que significa la morriña de verdad, cuando me habla de Silvina de El Bolsón, de Maria Luisa en Lago Puelo, Lidia de Bariloche, del Conde Di Jaco, o de las caras negras de Jacobacci, de la extraordinaria humanidad de una gente que vive rodeada de un no menos maravilloso entorno natural.

 

Leí Patagonia, e inmediatamente me vinieron a la cabeza los mates de cercanía de un peregrino singular, ese mate de la amistad que comparte con gente de tantos lugares, en una red a la que desde hace algunos años, tengo el honor de pertenecer.

Cómo no dedicar entonces unos minutos a mi amigo, que me ha enseñado a conocer y amar su tierra del mismo modo que él lo hace. A patagonear de la mano de tantos amigos viajeros, capaces de atravesar medio planeta para visitarlo en su rincón de las Rías Baixas.

 

Leí Patagonia, y me pareció que ya la conocía, que había estado antes en esos lugares, recorridos en los versos de su poesía o entre las notas de sus canciones.

En viajes fantásticos que me llevan desde los glaciares australes hasta la región de los lagos de Bariloche. Desde la costa atlántica hasta la meseta ruda que esculpe y modela el especial carácter de su pueblo.

“Estando lejos de mi Patagonia, bendita tierra donde nací…” 

Cantando y patagoneando con él, aprendí que la Patria es un sentimiento; que uno es de donde amó y fue amado. Que el desierto más inhóspito, esconde ángeles debajo de cada piedra, hasta que un día el viento le quita las arenas para que su luz ilumine el camino de otros. Vivan en Dublín, Galicia o Jacobacci.

Leí Patagonia, y sentí que de algún modo, esa tierra me pertenecía.

 

 

…nacido en el corazón de los amigos

 

 

 

 

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