La Laguna de mi Infancia
De
mi casa a la laguna atravesando mallines y campos de Michay, toda una aventura,
universo de sensaciones. Cabalgaba las tardes cara al viento, hilvanando
sueños, hasta llenar el
baúl de recuerdos que hoy salen a la luz, porque hoy…la naturaleza me ha invitado a su fiesta.
Duelen los
años de sequía, los peces muertos, las aves que tuvieron que emigrar. Hoy transformo ese dolor en
regocijo y perdón, por los nidos nuevos de las cigüeñas que regresan, la
siembra de alevines, y la sonrisa de los niños jugando en sus aguas.
Sesenta y
cinco millones de años atrás mi Patagonia rebosaba juventud en una orgía de
vida salvaje. Los restos fósiles, petrificados y esparcidos en su territorio,
junto a la memoria de mis antepasados, guardan el gen de la eterna juventud que llenan mi alma como el agua que de nuevo inunda la estepa.
El pasado
pasó, el mañana no existe, solo importa el presente de mis vecinos paseando a
orillas de la laguna, sintiendo, recordando que la Madre Tierra nunca
abandona a sus hijos.
El
apareamiento de las ballenas en la costa, la explosión amarilla de las retamas
a orillas del camino, las primeras nevadas en el cerro, imágenes retineadas que
descansan en un
rincón del alma, como las lágrimas de nuestra despedida, como
el primer beso de tu boca que jamás olvidaré.
No están los
tiempos para desperdiciar alegrías, la naturaleza está de fiesta y yo…no me la pierdo.
Los mayores
al mundo lo llenan de basura que complica nuestro andar. Los niños, con más inocencia que conciencia,
al mundo lo hacen sencillo, simplifican la vida. Así avanzamos, aprendiendo y
desaprendiendo y volviendo a aprender, buscando respuestas,
encontrando más preguntas.
Pasó un
tiempo dormida y hoy despierta, a golpe de lluvia y deshielo, es la fiesta de
la naturaleza y brindo por ello, porque hoy, la vida renace en la laguna de mi
infancia.
“La amistad es como es como el Michay, con raíces profundas, espinas de distancia, y el sabor dulce de los buenos recuerdos.”
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