ARGENTINA 2015
ARGENTINA 2015
Una aventura nueva
“Yo vengo del sur,
donde la vida pasa lenta y sin apuro
donde esconde sus tesoros el futuro, de un mundo aún por descubrir.
Yo vengo del sur,
donde se nace en cada pétalo de flor,
donde se muere en cada lágrima de amor, de ese lugar vengo yo.
Y traigo mi regalo echo
voz y poesía, el canto simple que no ha muerto todavía, después de largas
ausencias y destinos, en la maleta el polvo del camino,
y traigo intacta la
ilusión de aquel verano, cuando me amaste sin preguntar por qué, maravilloso
tiempo de Juventud,
cuando me amaste y yo también te amé...”
En el
cuaderno de viaje del Peregrino, dos palabras se escriben con mayúsculas:
AMISTAD y GRATITUD. Quizá las que mejor simbolicen su andar por los caminos del
sur, y del norte, y de cada rincón que visitó en Argentina.
Camino en el que encontró flores de amistad, que pintaban una nueva primavera con grandes
obras y pequeños detalles. Los que preparan el mejor menú de bienvenida, regalan sus creaciones echas en madera, cuero o palabras, quien te lleva de paseo o te regala semillas de
Amancay para que en mi jardín no falte un trocito de Patagonia. Y quien te
presta su guitarra, porque…
“en
casa de mis amigos nunca falta una guitarra
con
la que cantar mis versos,
con
la que alegrar el alma.
La
casa de mis amigos está en el mismo camino
de
mis sueños e ilusiones
y
de mi andar peregrino…”.
Pequeños
tesoros que guardaré en el baúl de mis joyas más preciadas, y pasan a formar
parte del patrimonio de mi humanidad.
Sueños cumplidos
Lo mejor
que te puede pasar en la vida es poder sentirte bien, satisfecho. En este caso
por esparcir “il messagio” en Patagonia natal, en Jacobacci, Bariloche, Río
Negro, santuarios de infancia y juventud.
Asombrado
por el crecimiento y desarrollo de la región, pendiente del terremoto de Chile,
de la salud del gran Horacio Guarany, ilusionado por el Centenario del pueblo
que se avecina, y de la histórica visita del Papa a Cuba y EEUU. Su encíclica
sobre el Medio Ambiente es un respaldo moral a La Vida del Mundo, libro
declarado de Interés Educativo, Cultural y Comunitario por el H. Concejo
Deliberante de Ingeniero Jacobacci y la provincia de Río Negro.
GRATITUD
Al Conde di
Jaco Guillermo Speratti, y al ejército de familiares y amigos que hicieron
posible mi visita, convirtiéndola en una experiencia sublime. No era la primera
y tampoco será la última. Cada una con sus características que la hacen
diferente, única, inolvidable.
Mi
agradecimiento de corazón a las Autoridades Municipales, a los periodistas y
locutores, asociaciones y vecinos que hicieron de mi estancia una verdadera
fiesta para el espíritu. Sin olvidar los llamados telefónicos y mensajes de aquellos
a los que no pude abrazar.
A los
amigos de acá, con sus buenos deseos, sus mensajes radiofónicos como los de Esther
y Daniel. A los de allá que me conocen y saben que un mate, una ramita de
Michay y un abrazo me bastan para sentirme el hombre más feliz de la tierra.
Ángeles de
la Guarda que siempre viajan conmigo, que vibraron con cada una de mis
intervenciones y rezaron por mí. Hadas protectoras que endulzaron mis días, que
me colmaron de mimos y atenciones para cuyo agradecimiento necesitaré más de
una vida.
Dar más
Cuando lo
das todo, siempre recibes más de lo que esperas. Cuando pones toda la carne en
el asador, nadie queda con hambre. Entonces no pesan las horas en los
aeropuertos, en los aviones, en las estaciones, no molesta el viento y la
lluvia, la nieve y el frío, no caen mal las demoras o las ausencias.
Cuando
cultivamos el arte del encuentro, todos salimos ganando, nosotros, nuestros
hijos, la humanidad. Si los de arriba no saben comportarse y sus actos no
sirven de ejemplo, démoslo los de abajo, demostremos cómo deben hacerse las
cosas para que vuelvan a florecer la paz, la justicia y la concordia.
No importa
si en ello se nos va la vida. Qué mejor misión existencial que la de haber
contribuido a dignificar la sociedad, contribuir con la salud de la Vida del
Mundo.
Compartiendo vida
En cada
brindis, en cada mate o copa de vino, en cada encuentro late la vida,
desaparecen el tiempo y la distancia, todo se vuelve “aquí y ahora”. Da igual
si hace 40 años que no nos vemos, si estamos más canosos y arrugados, “donde
hubo fuego, cenizas quedan”… y un hombre
me canta la canción que le enseñé en los campamentos, en la escuela… y un niño me dice “tenía muchas ganas de
verlo”… y Señorita Nilda me cuenta que lee mis libros a sus nietos. Dios!, cómo
se paga todo eso.
Juntos
celebramos el Día del Maestro, el Día del Pueblo, la llegada de la Primavera
austral y otro acontecimiento no menos importante: los 85 años de mi madre.
Allá, al pie de las sierras cordobesas, donde el cielo se funde con la tierra. Donde los arroyos corren en silencio para no molestar la siesta y el canto de los
pájaros. Sabores, colores, tradiciones, todo se mezcla en una dulce
mansedumbre, en el rincón sagrado del regazo de una madre donde volvemos a
sentirnos el centro del universo.
Disculpas
pido por los abrazos pendientes, por los besos suspendidos, por el cariño
latente. Mi memoria puede fallar, pero no mis sentimientos.
Y regresé
tranquilo porque sentí que dejaba mis raíces bien amarradas al suelo, con
tientos de humildad, para que el vuelo de mis sueños no me arrastren al fango
de la vanidad. Porque…
“al sur volveré, para
enfrentarme al pasado sin temor,
para
acabar mis poemas de amor, para cantar mi última canción.
Al sur
volveré, para encontrar de mi vida la razón,
porque
allí quedó mi corazón, y con él mi alma enamorada”.
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