Cuidado con los desequilibrios


Cuidado con los desequilibrios

Los pobres aumentan, y los ricos también. Aquí, allá y más allá.  Por eso…¡cuidado con los desequilibrios!.                                                                                          
En su última visita Keltoi me ha vuelto a sorprender. Como es de suponer, el que viaja mucho ve más, y de todo aprende. Un día le preguntaré de dónde saca tanta sabiduría.

 

-Toda época de crisis agudiza el ingenio de la población, -me soltó, rompiendo el silencio-, y la postguerra española no podía ser la excepción. En ese marco de penurias había un personaje que bien podría ubicarse entre una película de Almodóvar y un cuadro surrealista de Dalí, de esos que tanto te gustan.

-¿De quién se trata?, pregunté intrigado.

-Me refiero al “sustanciero”, un paisano que en aquellos tiempos se dedicaba a recorrer las aldeas ofreciendo un hueso de jamón para que las vecinas pudieran “sustanciar” sus pucheros.

-¡Qué barbaridad!, y…¿se ganaba la vida de esa manera?

-Bueno... -dijo Keltoi-, la lucha por la supervivencia es a vida o muerte, para llegar a la segunda tienes que atravesar la primera.

-Tienes razón, sin embargo te diré una cosa, la crisis de nuestro tiempo también tiene varias caras, una de ellas el "desequilibrio poblacional", los jóvenes no quieren tener hijos, los mayores aumentan y la sociedad avanza desconcertada…¿Cómo gobernar un pueblo, un país, donde hay cada día más miembros que se acercan al siglo de vida?. Descartando honrosas excepciones, el trato a los mayores dista mucho de ser justo y digno. Si a eso sumamos el hecho de que cada vez hay más ricos, y su poder aumenta como la espuma, está claro que avanzamos hacia un abismo social y demográfico de difícil solución.

-Nuestra especie, querido Jaime, está llena de contrastes y paradojas…

-En eso coincido contigo. En mi época de juventud, un tal Piero cantaba: “…Algo habrá que hacer (tiren un hueso), para comprender (una papa), los que te dicen no, lo negaban ayer y así no puede ser. Algo hay que comer (por lo menos), yo quiero vivir (soy humano), porque el doctor me dijo que si yo no como me voy a morir”…

-Ja, qué bueno!, se nota que llevas la música adentro. Nuestros antepasados, con sus limitaciones, sabían algo que la ciencia con el tiempo ha perfeccionado… el tratamiento de los desequilibrios, los hormonales, las constantes vitales, etc. Por eso te digo, amigo Jaime, mientras llegan las soluciones mayúsculas, bueno será que empecemos con las minúsculas. Iniciativas individuales, personales por más locas que parezcan.

-¿A qué te refieres?, pregunté con interés-

-Habrás visto a jóvenes en diferentes rincones del mundo que van por la calle regalando abrazos, otros que de manera altruista y generosa visitan a mayores que viven solos. Para acompañarlos un rato, para achicar un poquito la insoportable soledad de sus días. Si te parece poco, te doy otro ejemplo, el Glaciar Ródano, en los Alpes suizos, que los vecinos cubrieron con telas para que no se derrita.

-Tienes razón Keltoi, todos deberíamos convertirnos en una especie de Papá Noel y junto a los regalos repartir cariño, para que la rutina del día a día tenga algo más de “sustancia”.



-Así es, la parte material más o menos se puede suplir, pero las carencias afectivas producen grietas en el alma imposibles de cerrar, por donde se cuelan los fantasmas más oscuros y peligrosos. Como en los juegos de orientación, vayamos por la vida con nuestro mapa, brújula en mano, y dejemos que el resto lo haga el Universo con sus propios mecanismos de equilibrio y orden.

-Gracias Keltoi, tus palabras tienen magia, siempre consiguen que mi sueño sea más placido.

 


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